Resistente, con prominentes formas y aunque por las suyas pinchas no lo parezca, es fácil convivir con ella: el Aloe (conocido más como Aloe Vera) tiene las hojas gruesas de color verde, estas pueden llegar a hacer entre 40 y 50 centímetros de largo. Crecen de forma puntiaguda en forma de roseta hasta que la planta consigue una altura máxima de un metro.
Sus hojas son de un color verde grisáceo y presenta unos bordes muy dentados. El Aloe es una planta muy fuerte y elástica y almacena agua y nutrientes en sus hojas para hacer frente a los periodos secos. La planta, que florece en verano, ayuda a mantener el aire limpio a los hogares.
Como suculenta forma parte de la familia Asphodel y procede de la Península Arábiga con una antigüedad de hace millones de años. Su nombre viene de la palabra árabe “alloeh”, que significa “fluido brillante y amargo”, haciendo claramente referencia al refrescante líquido en forma de hielo del interior de sus hojas. Y, “Vera” significa simplemente “cosa”.
Este fluido hace la función de coagulante, si la planta sufre alguna herida la sellará inmediatamente con una savia coaguladora para retener la máxima humedad posible en su interior. Se trata de un sistema similar al de la coagulación humana.
Los principios activos del Aloe también han demostrado tener propiedades curativas para los humanos. Los antiguos egipcios por ejemplo la denominaban “La planta de la inmortalidad”. La primera mención de la planta encontrada en documentos europeos data del 1655.
Ahora en verano va muy bien utilizar su fluido para las picaduras de mosquito, ya que neutraliza la sensación de picor y actúa como anti-inflamatorio.
Elige la tuya!
Su reciente faceta decorativa ha promovido la expansión de la gama de los Aloes como por ejemplo las cactàcias u otras suculentas con hojas decorativas como el Agave, la Echeveria, la Crásula, la Haworthia o la planta Senecio.
Curas básicas:
A pesar de que pertenece a las plantas suculentas, la Aloe también necesita que las cuidamos un poco, aquí encontrarás las curas básicas para tenerla siempre perfecta y sana.
• Su cuidado es realmente fácil, gracias a sus propiedades de suculenta, la planta ya almacena fluido en sus hojas para afrontar las sequías.
• Sólo hay que regarla cada 15 días y el sustrato puede dejarse secar entre riegos.
• Cómo que al Aloe le gusta la luz y los lugares soleados también la puedes situar en el exterior, en el patio o en el balcón durante los meses de verano.
• En cuanto al abono es recomendable abonarla una vez al mes durante su periodo de crecimiento.
• Después de un corto periodo de descanso en invierno, el Aloe florece, justo cuando la planta tiene poca agua y nada de abono. La planta se desarrolla cuando los días vuelven a alargarse de nuevo, es entonces cuando tenemos que procurarle a darle más agua y abono.